VOCES DEL TERRITORIO
Nos preparamos para tener conversaciones con diferentes voces del territorio, algunas son humanas, otras no. Cuidamos la palabra y la escucha, traemos un hilito tejiendo relatos desde las montañas, viajando entre el viento, magueyes y mezquites, por donde vienen los relatos, honrando una acequia de palabras.
Traemos el hilito que teje relatos desde las montañas. Llega este hilo a Carmen, Carmelita, honrando su vida y trayectoria con escucha atenta.
Nos asomamos por esa ventanita y vemos sus 14 hermanos.Sabía que quería algo diferente, traía esta inquietud, estudiar algo para ir aprendiendo de la soya, amaranto y muchas otras cosas. El naturismo me enseñó a aprovechar lo que tenemos para curarnos, para prevenir. Fue novedoso, llevamos esas terapias a las comunidades lejanas.
Uno viene con una misión. ¿A qué vine? La vida puede parecer una pasadita. Estar al servicio, ayudar a los demás con lo que te gusta hacer y trabajar donde he estado siempre. No quiero ir a otro lugar. No quepo en una oficina. No me puedo encerrar. No me pueden encerrar en algún lado. Fortalecerse con la misma gente de la comunidad sorteando obstáculos como lo económico, caminando en equipo por horas bajo la lluvia, cargando maletas llenas como para 10 días.
Venimos de donde venimos. A veces sin ver el fruto del trabajo tan fácilmente y gente preguntando ¿qué cuánto te pagan? No todo es dinero, el conocimiento también es riqueza. Hay mucho que compartir, la vida, son 30 o más años de este caminar, de orientar, compartir, de saber y saber con quién; se ve la esperanza cuando la gente aprovecha sus recursos. Vivir lo que estamos creyendo.
Vivir la fe en obras como dicen y aunque me dijeran cosas. No tengo prisa. Me he salvado de eso, de eso que la gente piensa que uno debería estar haciendo. Yo sabía que iba por una familia más grande y SECOPA nació para respaldar lo que estábamos haciendo. Nata ofreció el lugar, sosteniendo el ánimo, alejando los peros, haciendo punta, echando para adelante, sin miedo, aunque no se sepa como van a salir las cosas, compartir con gusto, de ese gusto que contagia.
CARMEN CASTRO
Nos preparamos para esta conversación con Luz, Lucha. Estamos aquí honrando su vida y trayectoria, su marca para transformar, profeta en casa propia, profeta permanente.
Siempre soy de aquí, sigo siendo, aún soy de aquí. En 1982 el padre me señaló y dijo: tú vas. Aprender a curar la epilepsia de mi mamá me dio alas para continuar aprendiendo y pues uno nunca acaba de aprender.
Entonces veo en 1999 los trailers grandes, saqueo de arboles de donde yo soy, ahí ya empezaba a escasear el agua. Juntamos dos mil firmas, muchas organizaciones, equipo para la denuncia, esa vez logramos que se fueran.
Después vinieron problemas de salud que no había visto por tomar agua de pozo profundo, me olvidé del proyecto de turismo rural sustentable en el que estaba, y me dediqué a las aguas de pozo estaban enfermando a la gente. Las autoridades locales no sabían, no hacían caso, solo decían: compren agua, hiérvanla, nosotras empezamos a hablar con la gente.
¿Qué me sostiene? la esperanza de que sí se puede. Mi esperanza está fortalecida por creer en el Dios que marca el camino. Muchas voces me acompañan a que siga caminando, me dicen que no tenga miedo, que hagamos historia. Ahí vas. Para mi es estar presente, estar ahí, darle para adelante como con las galletas, que ya llevo 22 años haciendo. Recordar cómo se siente. Se siente bien. No estoy sola. Estamos. Me mueve que más personas piensen que algo se puede hacer. Yo aquí sigo presente, feliz agusto, satisfecha, con ganas de darle pa delante.
LUZ VILLAFUERTE
Si el territorio de las personas, las plantas, si los cerros hablaran, escucharía sus voces como maestros, guías, primero las personas, tratar de escuchar para ver que aquí esta Dios o trascendencia o algo más grande.
A este lugar, llegue desarmado para aprender y para después poder aportar. Como si hubiera llegado medio seco y aquí me hubieran regado y crecí. Algo que se abrió, fue ver lo que implicaba el amor y el cuidado de la tierra, por diferentes realidades: Los que tienen que dejar su casa y las que se quedan para dar vida a su comunidad y a su tierra. También los valores que están invisibles, pero que están muy fuertes y quizá ocultos, como el amor a la tierra.
El proceso que se lleva el campo tiene acciones valientes como cuidar la semilla, los valores como la sensibilidad, saber si llueve o no llueve. La sensibilidad al cielo, ¿cuando es el momento? y siempre una espera, no se pierde la esperanza, no se rinden, siguen en su comunidad, y el valor de la comunidad tratando de animar, de arrimar el hombro con una fuerza muy grande. También la amistad, el cariño, es algo precioso. Todo eso me ha dado muchísima vida.
Del agua ni sabia, un agua que daba vida y que comenzó a dar muerte. Un agua que vuelve a dar vida por la conciencia, la lucha, la formación. De este modo el agua nos vuelve a dar vida. Si me preguntas por un día, podría decirte cuándo voy regresando la noche de una comunidad y están las estrellas, las estrellas de aquí son otras estrellas, son estrellas diferentes.
Me preguntas por dónde me adentro, por el valor de la comunidad, por el valor de la tierra, por las maestras, los maestros, las guías.
Me llama la atención todo, pero puedo contarte que hay gente que realmente tiene mucho amor, que esta generando vida, que de ahí viene la esperanza, de las personas que tienen eso dentro, que la esperanza viene de abajo para arriba, no viene al revés.
Es como Don Chonito que tiene 95 y vive lejos, bastante lejecitos. Se iba caminando al Vergel. Ahí nos encontrábamos. Caminaba un día antes, hacía dos horas a esa edad. Eso refleja esa lucha, la lucha de dar todo, es como un ejemplo.
Y me preguntas qué podría estar diciendo la gente sobre mis pasos, sobre mi manera de caminar y mi manera de caminar escuchando, tratando de ver, tratando de ver trascendencia, Dios en cada persona. Escuchando antes que decir nada, acompañando para aprender. Podría ser que dijeran, pues que antes ni había un padre ¡hijoles, ahí viene! Tal vez fue la dinámica, la cercanía: Comer, dormir, desayunaba en un lado y comía en el otro. Eso fue lo que fue haciendo algo fraterno, la comida. Porque si, hay una distancia, hay mucha veneración aquí. Y esa veneración puede separar.
Antes iba haciendo los caminos en bici, en bici iba a todos lados, me acompañaban los niños, los monaguillos eran mis guías, luego la mitad del camino ¿y dónde queda? No, pus no sé, yo tampoco. Si no nos agarraban los aguaceros, había más chance de ir con más calma. Entonces había menos carga de trabajo que se fue acumulando con el tiempo. Después necesitaba la moto. El caballo llegó después, me prestaron uno, ya después el que me tocó, ¡como niño con juguete! Me ha ayudado bastante, porque en la moto no te fijas, con el caballo vas al monte, la gente que está en el monte, agarras el ritmo, plantas, animales, ves las estrellas en la noche, las brechas.
Me ayuda mucho a volver al primer momento de mi llegada aquí, la pausa para llegar, para tener la otra conexión más profunda. Contar esto, diría que es bonito que sea escuchado, toda historia es sagrada, no solo la mía. El camino es de todos y lo veo como una bendición, como voltear de repente hacia atrás, volteas y ves ¡ahh caray! Este ha sido el camino. Se narra a otras personas compañeras de camino. Eso anima a seguir. Se agradece la escucha. Y luego me preguntas otra cosa, ¿qué le diría a la Iglesia para estos tiempos? Primero diría que si hay un Dios presente, es que es un Dios que está trabajando en la gente. Que esa es la Iglesia en la que creo. La que está aquí con la gente. Y entonces a la otra iglesia, a la Iglesia de institución, de autoridad, le diría que tenemos que ver esto, que tenemos que ver eso. Ese Dios en la gente, no hay cómo una receta, cómo seguir este ejemplo de estar cerca del manantial, ahí inspirados en la fuente, en la vida de Cristo en esa valentía. En estos momentos eso es lo que le puede dar fuerza, que si es necesario hay que estar ahí y que si es necesario hay que meterse en problemas, porque sólo así podemos valorar la vida.
PADRE JUAN CARLOS ZESATI
El agua es delicada, el agua es sagrada. Mi corazón está lleno de satisfacción y de agradecimiento. Estamos en grupo. Podría decirles que si tienen algo en mente que lo hagan, que se unan y empiecen, lo más difícil es empezar.
La tristeza ya no está. Ahorita los compañeros estamos trabajando muy contentos, logramos la meta.
La naturaleza te está diciendo: ¿qué pasó? si de aquí estás viviendo. Y entonces arreglamos unas acequias donde traían agua antes, ya estaban ahí de nuestros antepasados. Las subimos a los llanos y es un beneficio para toda la gente allá en Santa Bárbara. Si les llevara para allá, verían el trabajo, ahorita están ahí los compañeros trabajando. Me gustaría que fueran, las subimos de una presa para todo el llano.
Estamos trabajando sobre puentes deteriorados, eso es lo que sigue. Cada sábado nos reunimos. Cada visita como un tequio, un apoyo que nos sirve, esa vez que fueron, nos sirvió bastante. También cuando en el municipio se gestiona un apoyo, cuando llega más gente nos impulsa.
Me da gusto ver cómo lo imaginan y lo dibujan. Esos hombrecitos que están allí como si hubieran visto con sus palas. La acequia con agüita, el pasto alrededor del árbol. Me dan ganas de llevarme los vídeos de estos dibujos, llevárselos allá, siento que nos va a fortalecer, nos va a llevar a agarrar fuerza.
Para mí, contarlo hoy otra vez, es la intención, las ganas de que se les quede un poquito, si se puede hacer algo, que esto sea una semillita, me da gusto. Me da gusto que sí se puede hacer algo en bien de la comunidad.
Hoy no vinieron los compañeros porque está por llegar el material, no sé si vamos a trabajar este sábado o el otro, pero sí, sí quiero llevarles estos vídeos, sí nos va a fortalecer.
AURELIANO
Junt@s nos sentimos mas fuertes para mirar a los pozos.
Si los pozos hablaran, ¿qué estarían diciendo sobre lo que hemos hecho para cuidarlos?
Los pozos también somos punto de reunión de la comunidad, los cuidados salen a flote: juntándonos en comités, dándoles mantenimiento, hay muchos intentos para reunir a la comunidad, al municipio y otras organizaciones.
No nos hemos conformado seguimos.
Intentamos informarnos e informar a los que no quieren saber, no quieren creer que están enfermos. Y aquí estamos, defendiendo el territorio, teniendo fe en la vida del campo, enseñando a la juventud a valorar el agua que viene del pozo. Informar a todos del cuidado del agua como un tesoro.
Estoy enfermo con fluoruro y arsénico. Te puedo contagiar. Me siento mal. Soy veneno, no me uses para los niños.
No usan el agua para la comunidad, que se la roban, porque no hacen para el bien sino para el beneficio de unos cuantos.
¡Tanta agua me están sacando para las grandes empresas! Pediría que ya no haya tantas fábricas ¡Ya paren la contaminación! Que las personas hagan conciencia de no vender sus terrenos, no dejar que pase.
Ya llovió déjame descansar. En tiempo de sequía me esfuerzo demasiado, úsame responsablemente.
Si yo me quedo sin agua, ustedes se quedan sin agua.. Quiero llorar, pero no tengo lágrimas.
Sueño con estar sano, estar en un lugar sano para que nosotros (las personas) estemos sanas. Soy fuente de vida y punto de reunión y encuentro. Pido auxilio.
Pido defender el territorio, tener fe en la vida del campo. Enseñar a valorar, balancear entre el empleo, y el daño que se deja.
SI LOS POZOS HABLARAN
Quiero que mi cisterna se vea más bonita. Dibujar una gota, pintando manos hasta formarla, es el esfuerzo que muchas hacen para estar aquí.
Le he echado ganas aunque mis manos estén malas, manos que trabajan, las mías y las de tod@s. La fuerza de todas las manos.
Mi cisterna tendría un tapanquito, porque nos gusta mucho estar en familia, junto está mi frijol y 3 corazones, mi mamá y mi familia.
Estamos pensando a futuro. Aquí está la mía quiero construir comunidad, las manos de todo el grupo unidas, con esperanza, con una ilusión. Soñamos.
Aunque nos decían que no ibamos a poder, ¡hasta cavamos! Soy muy animosa, no me agüito. Ya tengo experiencia, hasta con la cuchara, estuvimos en todo, hasta pintándola.
Fui sintiendo ganas de andar con ellas, de trabajar. En una mano las estoy nombrando a todas. Ya hicimos cinco. Ya tengo experiencia también con la cuchara. Anduvimos en todo.
Para que cambie el mundo, para que cambie la juventud. Mi cisterna es de amor. Que valoren lo que hay en el mundo.
Pondría en el gorrito: agua saludable, para que se vea que es otro tipo de cisterna, que no es agua de llave sino de lluvia, que es para tomar y cocinar.
Un baile con mucha fuerza, con diversidad, color, alegría. Pude ver compromiso y entrega. Claridad es agua de lluvia, hecha de muchas manos. El agua es el centro. El agua nos escucha.
Pensamos en cistenas con nubes y lluvia diciendo: agua de lluvia, salud más segura, imaginando almacenar agua para tomar, dejar de batallar por el agua.
Quiero que mi cisterna exprese como a muchas personas lo que he sentido y he aprendido.
VOZ DESDE LAS CISTERNAS
Queremos honrar al mezquite como uno de esos alimentos
que tienen memoria. Vamos a platicar del él, queremos honrarlo
porque es el que nos inspiró a hablar de la comida.
Escuela viva del mezquite 29 de julio del 2023
Esta es la documentación escrita de la conversación narrativa
que se tuvo en El Cortijo cuando compañeras de CUVAPAS, SECOPA y Caminos de Agua visitaron.
Si los mezquites hablaran a través de nosotr@s nos dirían que: Somos un@s visitantes, que estamos de paso y ellos se quedan, que somos un@s cuidador@s de ellos. Estos mezquites de aquí estarían agradecidos, agradecen de una temporada a otra. Porque cuando en invierno despaxtlamos en primavera son otros.
El mezquite nos habla de muchas maneras, nos dice que aún en la peores condiciones hay una esperanza de vida, nos enseña a ser generos@s y le podemos aprender, podemos aprender a darnos como el, nos da flor, fruta, sombra. Nos diría que hay cosa que tenemos que hacer de forma lenta tranquila y pausada, que a veces hay que esperar a la vaina, que la naturaleza te marca sus tiempos, que hay que estar atent@s y receptiv@s, que hay que aprender a observar. Aquí nosotr@s hemos tenido un aprendizaje lento pero con muchas ganas de seguir, es cansado, es pesado, pero es un muy satisfactorio, la satisfacción está en
ver a mis hijas, en cómo le tomaron cariño al mezquite al terreno, ninguna nos animaríamos a vender, hay una satisfacción en ver un árbol casi secándose y luego verlo a la primavera siguiente frondoso, hay una emoción en el corazón. Es un aprendizaje lento y profundo. Prueba y error, con guantes o sin guantes.
Tengo muy marcado un mezquite que podé, tenía doce años. Está cerca de la huerta del nopal. Nos dábamos un quien en la altura. Mi papa nos enseño a pararnos en frente del arbol, nos decía observen el tronco principal, yo agarraba las tijeras con las dos manos. Yo me quede igual, el mezquite engroso, creció, reverdeció. Ese es el aprendizaje profundo es tan profundo que es parte de un@.
Desde que empezó Jaime se ve la diferencia, a él le gustaba vernos en friega. Él está feliz, no se puede quejar. Esta contento. Fue duro cuando faltó, nos costó años tomar el ritmo del terreno. Tal vez le llegó la duda de que vinieramos pero él nos enseñó a querer el terreno. Nunca creí que podía quererlo tanto, ahora yo quiero ir. Cada ocho días, cada ocho días.
Para las que estamos visitando este lugar sentimos y vemos que personas como ustedes se merecen el respeto. Nos muestran y nos comparten cómo valorar y cuidar del mezquite que nos da oxígeno, alimento, tierra fértil.
Me voy content@, admirad@, agradecid@; convencid@ de que hay que amar a nuestra tierra. Así como a mi mamá le inculcaron la siembra. Así yo también me subo a los árboles, quito el paxtle. Así como andan las
abejas en los chochos. Espero hacer unas galletas de harina de mezquite.
El mezquite me gritó, dejenme vivir que tengo mucho para darles. Y en nuestra comunidad ya comenzamos. Le dimos más importancia, junt@s aprender más y ver más. Conservar, este como un santuario. Se los dejaron para cuidarlo. Me mostraron cómo aprender a llevar el proceso de la naturaleza. Agradecerle, cuidarla, valorarla. Otras ideas y sabiduría, cuando más ojos ven de qué maneras podemos cuidar así podemos avanzar. Convencid@s. No vamos a venderles a los saqueadores. Haciendo, haciendo. No olvidar lo que tenemos cerca. Renacer, volvi a nacer.
Ya venimos hablando de este árbol, fuimos con Chava a ver el trabajo de restaurar una montaña, de sembrar mezquites y regarlos a mano, poco a poco, cubeta a cubeta, allá en la montaña, porque si queremos comerlo y enseñarles a l@s hij@s, también hay que cuidarlos y sembrarlos.
Abrir los ojos de mezquite me ha llevado a saber más, a interesarme más, como muchas de las plantas que usamos es super bondadosa. Si hablamos de esta vainita puedo decirles que es prima del frijol, de la lenteja y del garbanzo, del grupo de las leguminosas. Tiene un chorro de esto que se llama proteína, que ayuda a formar nuestro cuerpo, para que pueda crecer. Además, tiene cosas que hemos ido dejando de consumir, porque hemos dejado de comer comida natural como el calcio, tiene magnesio, también tiene hierro que nos da la fuerza, porque el hierro ayuda a que cuando respiramos ese aire, de veras llegue a todos lados. También tiene zinc que nos ayuda a crecer. Y eso que es dulce, ayuda a satisfacer esa necesidad de algo rico, de algo que nos gusta, un dulzor sin echarnos algo que podría hacernos daño. Además, tiene fibra, que nos ayuda a Ir al baño. Y eso es solo la vaina.
Con la harina se hace una masita y se envuelve en hojas de maíz, en cestitos, o en latitas de sardina, así se hacen los quesitos o el mezquitamal, ese alimento ayudó a nuestras abuelas y abuelos a sobrevivir en un lugar donde no hay mucha agua, los ayudó a conservarse, aguantar las caminatas y los recorridos, el quesito era una fuente de energía, les daba fuerza y ganas de seguir.
Rosita hizo un libro de plantas medicinales y ahí está el señor mezquite. Habla de su corteza y de cómo ayuda con a la inflamación intestinal y la diarrea. Las hojas ayudan a limpiar los ojos. Además de dar medicina y alimentos, también se usa la madera para armar cosas y como leña, nos cuentan l@s abuel@s que el humo de mezquite impregnaba un dulzor característico a la comida que se preparaba usando su leña. También las flores atraen a las abejas que nos dan la miel. También apreciamos y agradecemos su sombra.
Hemos oído muchas veces a través, muchas voces que hablan pasando por mí, cuidando esa memoria, que el mezquite realmente sí puede salvar una región, puede jalar más la lluvia, jalar el agua, puede retener suelos con sus raíces súper profundas.
El mezquite me ha contribuido de una forma que entra por los ojos, algo de disfrutar que me hace encontrar la belleza en un lugar bien seco, que tiene sus propios retos, como los relacionados al agua. Encontrar el verdor del mezquite, en el paisaje seco, es una felicidad diaria, están ahí todo el año, escuchas
las abejas zumbando cerca cuando tienen flor. Ha despertado el deseo de saber más, la curiosidad de averiguar qué esconden estas vainas. Y claro, ya un@ se empieza a fijar, porque cuando algo te interesa, lo ves en todos lados, cuando ya ves el mezquite, lo ves en todos lados, lo empiezas a reconocer.